Diary Entry #3. Mr. Coffee Cup Man
One of the responsibilities of the pastor of a parish is to take note of everything. EVERYTHING. This responsibility can be burdensome, but “God is found in the details” as someone once said. (This quotation has been attributed to many, including Friedrich Nietzsche who, if he said it, must have said it while he was still a second-rate composer and not yet a well-known philosopher).
In one of my inner-city parishes, we had an early Sunday 7:00 am Mass with no music. I don’t like to say Mass without music and incense and bells and all the rest, but I inherited this “express Mass” from my predecessors and felt obliged to continue it if only to hang on to the parishioners who would go elsewhere if I did not.
I had noticed a fellow who sat in the back of the church at that Mass who always had a large cup of coffee with him. Once upon a time it would have been unthinkable for someone, even a complete pagan, to bring a cup of coffee into a church. Times have changed. I was never able to speak to him about this issue as I was always tied up in the sanctuary, and he was always at the other end of the church near the front doors. This bothered me every week for a long time.
One Sunday, for reasons I do not recall, I had the opportunity to be at the front doors at that 7:00 am Mass greeting people as they came in. This fellow arrived with his coffee as usual. I said, in my nicest sort of way, “good morning, Sir! How are you”. “Well”, he replied. “Nice day.” “Yes, indeed”. “Excuse me”, I said, “but are you planning to receive Communion today?” “Yes”, he said. I asked if he were aware that we Catholics are obliged to abstain from anything but medicine and water for one hour before receiving Holy Communion. For those who do not know, this is a small gesture of reverence we pay to Our Lord present in the Sacrament of Holy Communion. Once upon a time, Catholics were obliged to fast from midnight until the reception of Communion on Sunday morning. “No”, he answered. “I did not know”. As nicely as I could I said, “Please leave your coffee in the car and enjoy it later”. He returned to his car (with his large cup of coffee), got in, drove away, and never came back to the parish ever again.
It is never my intention to chase people away from my parish, but I am actually very good at it, in spite of my efforts not to be so. As it turns out, oftentimes when a pastor instructs his sheep in the Faith (even in a kindly sort of way) they become angry and resentful, swearing to all who will listen that their pastor is the meanest, nastiest person ever; and that THE CHURCH should want to attract people to Her and not drive them away with all these RULES and REGULATIONS.
So it goes.
DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO
Entrada de diario #3
EL HOMBRE DEL VASO DE CAFÉ
Una de las responsabilidades del párroco de una parroquia es tomar nota de TODO lo que ocurre en su iglesia. Esta responsabilidad puede ser onerosa, pero “Dios se encuentra en los detalles”, como dijo alguien una vez. (Esta cita se ha atribuido a muchos, incluido a Friedrich Nietzsche, quien, si la dijo, debió haberla dicho cuando aún era un compositor de segunda categoría y aún no un filósofo reconocido).
En una de las parroquias donde fui párroco, el horario de Misas dominicales incluía una a las 7 de la mañana. Esta Misa no contaba con el coro musical. Debo recalcar que no soy partidario de celebrar Misas sin música, sin incienso, sin campanas y todos los demás simbolos que hacen de la Santa Misa más reverente, pero heredé esta “Misa exprés” de mis antecesores y me sentí obligado a continuarla aunque solo fuera para no permitir que los pocos asistentes se congregaran en otra parroquia.
Todos los domingos notaba que había un individuo que se sentaba en la parte de atrás de la iglesia sosteniendo entres sus manos un vaso con café. En el pasado hubiera sino inimaginable, aún para un pagano, asistir a una iglesia con un vaso de café. Los tiempos han cambiado. Siempre que observaba a este individuo y deseaba hablar con él, me era imposible ya que me encontraba ocupado en en el santuario, o despidiendo a los feligreses después de la Misa al otro extremo de la iglesia, en la entrada principal. Por mucho tiempo esta situación me perturbó mucho y siempre me decía que algún dia encontraría la oportunidad de hablar con este individuo sobre esta situación.
Un domingo, por razones que no recuerdo, se presentó esa oportunidad. Me encontraba a la entrada antes de la Misa de las 7:00 am saludando a la gente que entraba. Este individuo llegó con su café como siempre. Me acerqué a él y le dije de forma muy amable: “¡Buenos días, señor! Cómo está". “Bien”, respondió. "Lindo día" le dije, “Sí, asi es” me contestó, “Disculpe”, le dije, “¿Es su intención recibir la Comunión en esta Misa?”. “Sí”, me contestó. Le pregunté si sabía que los católicos estamos obligados a abstenernos de todo menos de medicinas y agua durante una hora antes de recibir la Sagrada Comunión.
Aquí deseo hacer un paréntesis para explicar a los que no lo saben, que este es un pequeño gesto de reverencia que le hacemos a Nuestro Señor, presente en el Sacramento de la Sagrada Comunión. En el pasado, los católicos estaban obligados a ayunar desde la medianoche hasta la recepción de la Comunión el domingo por la mañana. El hombre del vaso con café me contestó: “No”, “Yo no lo sabía". Tan amablemente como pude le dije: "Por favor, deje su café en el auto y disfrútelo más tarde". Inmediatamente regresó a su auto (con su gran vaso de café), subió a su auto y se fue. Nunca más volvió a la parroquia.
No es mi intención ahuyentar a las personas que asisten a mi parroquia, pero parece que soy muy bueno para hacerlo a pesar de mis esfuerzos por no ser así. Resulta que, con frecuencia, cuando un pastor instruye a sus ovejas en la fe (incluso de una manera amable), se enfadan y resentidos se quejan diciendo que el párroco es la persona más desagradable que haya existido, y que LA IGLESIA, en lugar de tratar de atraer a las personas para que asistan a la iglesia, las ahuyentan con tantas REGLAS y REGLAMENTOS.
¡Así es la vida!