THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST
Diary Entry #87 The Kleptomaniac
Kleptomania is the inability to resist the urge to steal items, usually for reasons other than personal use or financial gain. First described in 1816, kleptomania is classified in psychiatry as an impulse control disorder. Some of the main characteristics of the disorder suggest that kleptomania could be an obsessive-control spectrum disorder, but also share similarities with addictive and mood disorders (Wikipedia).
Until recently, I had never spent much time thinking about kleptomania. I was familiar with the word, and have used it in a joking manner, but I do not believe I have had previous experience with a kleptomaniac during my priestly service. One day I noticed that a small bust of the Blessed Mother which had been hanging on the wall in the stairwell of the church for three or four years had disappeared. It was certainly not a valuable piece of art, nor really a piece of art at all. It was a religious knick-knack of the sort which people leave in the church when they grow tired of them and want to replace them with something different.
These sorts of objects come and go from a table near the entrance to the church all the time. I had come across the bust somewhere and hung it on the empty picture hook in the stairwell where something else had once hung. There it remained unmolested for several years. It was clearly not “up for grabs” as are the objects left on the table. I asked people who frequent the church daily whether anyone had any knowledge of the missing bust. No one had. After sometime I came to the conclusion that it had been “liberated” from its familiar spot on the wall. “Oh well,” some kind soul suggested to me, “perhaps the person who took it will derive great spiritual benefit from it.” Someone else remarked, “Who steals a statue of the Blessed Virgin from a church? That’s pretty low.”
I decided to leave the picture hook empty as a reminder to the perpetrator of his misdeed, and as a possible incentive to returning the bust. Many people had enjoyed seeing it there over the years and it had become familiar. Eventually, one of my employees hung an equally valueless Crucifix on the empty hook. It remained there for a few months before it disappeared. Again, I decided to leave the hook empty.
During the Christmas season we erect an elaborate nativity scene in the place where an antique statue of the Virgin with the Child in her arms is displayed high above floor level, well out of reach. At Christmas she relinquishes her exalted spot and stays on a table making way for the nativity. This year, at the end of the season, just before we returned her and her Child to their shrine, their crowns went missing.
Obviously, someone who visits our church has a problem. The stolen items are of virtually no value, but one would think that their religious significance would be something of a deterrent to pilfering. The little bust and Crucifix easily could have been purchased by our covetous culprit in our bookstore or on-line. The crowns on the antique Virgin and Child, on the other hand, were probably original equipment and will need to be replaced with something new.
In the big picture this whole matter is of little importance, but it is annoying and demands my attention. I have many significant annoyances in my life and am in no need of more. Treatment is available for kleptomania as it is often found in association with other forms of mental illness. I do hope our unfortunate sufferer will seek help. I am always ready to be of assistance in any way that I may.
DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO
Entrada # 87 El Cleptómano
La cleptomanía es la incapacidad de resistir el impulso de robar artículos, generalmente por motivos distintos al uso personal o al beneficio económico. Descrita por primera vez en 1816, la cleptomanía se clasifica en psiquiatría como un trastorno del control de los impulsos. Algunas de las principales características del trastorno sugieren que la cleptomanía podría ser un trastorno del espectro de control obsesivo, pero también comparte similitudes con los trastornos adictivos y del estado de ánimo (Wikipedia).
Hasta hace poco, nunca me había preocupado por dedicar tiempo al trastorno de la cleptomanía. Conocía la palabra y la he usado para hacer alguna broma, pero no creo haber tenido experiencia previa con un cleptómano durante todos mis años de sacerdocio.
Hace unos días noté que una pequeña imagen de la Santísima Virgen que había estado colgada en la pared al subir las gradas de la Iglesia durante tres o cuatro años había desaparecido. Ciertamente no era una obra de arte valiosa, en realidad, no era ninguna obra de arte, punto. Era una de esas baratijas religiosas de esas que la gente deja en la iglesia cuando se cansa de ellas y quiere sustituirlas por algo diferente.
Este tipo de objetos aparecen y desaparecen constantemente de la mesa que se encuentra a la entrada del templo. La pequeña imagen en mención fue probablemente algo que me encontré en algún lugar y decidí colgarla en el gancho vacío, en el que en alguna oportunidad alguien habría colgado algo similar. Allí permaneció sin ser removida durante varios años. Claramente que no estaba “disponible” o con un letrero que dijera “gratis” como lo están los objetos que se colocan sobre la mesa.
Pregunté a las personas que frecuentan la iglesia a diario si alguien tenía algún conocimiento de la imagen perdida. Nadie sabía nada. Después de un tiempo llegué a la conclusión de que había sido considerado un objeto “disponible” o “gratis”. “Bueno”, me sugirió un alma bondadosa, “tal vez la persona que lo tomó obtenga un gran beneficio espiritual de ello”. Alguien más comentó: “¿Quién roba una estatua de la Santísima Virgen de una iglesia? ¡Es vergonzoso! ¡Eso
no tiene nombre!
Decidí dejar el gancho vacío para recordar al autor de la fechoría de su mal comportamiento, y como un posible incentivo para que la persona que se había adueñado de dicha imagen, sintiera remordimiento y la devolviera a su lugar.
Finalmente, una de mis empleadas colgó un Crucifijo igualmente sin valor monetario en el gancho vacío, éste permaneció allí unos meses pero luego también desapareció. De nuevo decidí dejar el gancho vacío para ver si había alguna reacción por parte del “cleptómano”.
Durante la temporada navideña erigimos un elaborado belén en el lugar donde se exhibe una antigua estatua de la Virgen con el Niño en brazos. Esta imagen permanece durante el resto del año colocada en la parte alta de la pared, fuera del alcance de “cleptómanos”. Durante la temporada, la bajamos y la colocamos en una mesa en el vestíbulo de la Iglesia. Pero cual no sería nuestra sorpresa cuando unos días después tanto la corona de la Virgen como la del Niño Jesús habían desaparecido.
Obviamente alguien que visita nuestra iglesia tiene un problema. Los objetos robados prácticamente no tienen ningún valor, pero se podría pensar que su significado religioso sería una razón suficiente para que nadie decidiera robarlos. Nuestro codicioso culpable podría haber comprado fácilmente algo similar en nuestra librería o en línea. Las coronas de la antigua Virgen y el Niño, por otro lado, probablemente eran originales y necesitarán ser reemplazadas por algo nuevo.
En general, todo este asunto tiene poca importancia, pero es molesto y exige mi atención. En mi vida sacerdotal cuento con muchos problemas que se presentan a diario, y la verdad, no necesito uno más.
Existen tratamientos disponible para la cleptomanía, ya que a menudo se encuentra asociada con otras formas de enfermedades mentales. Espero que nuestra desafortunada víctima busque ayuda. Si desea mi ayuda, estoy dispuesto a ayudarte en todo lo que pueda.