Because of its importance, we will devote our entire column this week to the Assumption of the Blessed Virgin Mary which we celebrate each year on August 15th. Before addressing the dogma of the Assumption we must consider the end of Mary’s life on earth. There is no reference in the Scriptures to Mary’s death, nor is there any specific tradition regarding how, when, and where Mary died. Both Ephesus (Greece) and Jerusalem claim to be the site of Mary’s tomb, but there is no actual historical evidence to support either of these claims. There is a long tradition, beginning in the Fifth Century in the Eastern Church, of celebrating a liturgical feast on August 15th called the Dormition, from the Latin “to sleep”. The Bible and the early Christians often refer to death as “falling asleep”. We recall the Church’s teaching that Mary was conceived in the womb of her mother (St. Ann) without the stain of Original Sin (the Immaculate Conception). The Church also teaches that Mary committed no actual (personal) sin throughout the course of her life. Furthermore, St. Paul’s Letter to the Romans (5:12) tells us that sin entered the world through Adam’s fault, and all are subject to death because Adam’s sin (Original Sin) is transmitted to all mankind through generation. However, since Mary was not touched by the stain of Original Sin, it is possible that she did not die, but that she was taken from this life directly into heaven. This possibility has been recognized since the Fifth Century, but most theologians agree that Mary probably did die. Pope Pius XII, when he solemnly and formally defined the Dogma of the Assumption in 1950 was careful to thread a course between these two possibilities. He wrote, “The Immaculate Mother of God, the ever Virgin Mary, after completing her course of life upon earth, was assumed to the glory of heaven both in body and soul.”
Now we may consider the term “Assumption”. The word comes from Latin roots (ad + sumo) meaning “to take up”, or “to take to oneself”. The Assumption is of Mary is often confused with the Ascension of Jesus. Because Jesus was God he could “ascend” (i.e. go up under his own power) into heaven. But Mary, although she was sinless, was human, and therefore had to be “assumed”, (i.e. taken up) into heaven by God. Some non-Catholic Christians have argued that because the Assumption of Mary is not Scriptural it is an invention of men. However, the Catholic Church has never relied solely on Scripture as a source for Her teaching. Rather, She relies on both Scripture and Tradition. There is a longstanding tradition underlying belief in the dogma of the Assumption, and, as we have seen, it is perfectly reasonable. If the wages of sin is death, and Mary was not touched by any sin, it is reasonable to suppose that even if Mary did die, her sinless body would not have been subject to corruption. It is only fitting that she should share in the bodily resurrection of her Son immediately after her life on earth was ended. By celebrating the Solemnity of the Assumption we honor the sinless Virgin Mary and pray for our own share in that resurrection “on the last day”. (Sources: Hardon: A Catholic Catechism; Baker: Fundamentals of Catholicism; Pius XII: Munificentissimus Deus; CCC 966). |
Debido a su importancia, dedicaremos nuestra columna esta semana a la Asunción de la Santísima Virgen María, que celebramos cada año el 15 de agosto. Antes de abordar el dogma de la Asunción debemos considerar el final de la vida de María en la tierra. No hay ninguna referencia en las Escrituras sobre la muerte de María, ni hay una tradición específica sobre cómo, cuándo y dónde murió María. Tanto Éfeso (Grecia) como Jerusalén afirman ser el sitio de la tumba de María, pero no hay evidencia histórica real que respalde ninguna de estas afirmaciones. Hay una larga tradición, comenzando en el siglo V en la Iglesia Oriental, de celebrar una fiesta litúrgica el 15 de agosto llamada Dormición, del latín "dormir". La Biblia y los primeros cristianos a menudo se refieren a la muerte como "quedarse dormido". Recordamos la enseñanza de la Iglesia de que María fue concebida en el vientre de su madre (Santa Ana) sin la mancha del pecado original (la Inmaculada Concepción). La Iglesia también enseña que María no cometió ningún pecado personal a lo largo de su vida. Además, la Carta de San Pablo a los Romanos (5:12) nos dice que el pecado entró al mundo por culpa de Adán, y todos están sujetos a la muerte porque el pecado de Adán (pecado original) se transmite a toda la humanidad de generación en generación. Sin embargo, dado que María no fue tocada por la mancha del pecado original, es posible que ella no muriera, sino que fue llevada de esta vida directamente al cielo. Esta posibilidad ha sido reconocida desde el siglo V, pero la mayoría de los teólogos están de acuerdo en que María probablemente murió. El Papa Pío XII, cuando definió solemne y formalmente el Dogma de la Asunción en 1950, tuvo cuidado de entretejer estas dos posibilidades. Él escribió: "La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, después de completar su curso de vida en la tierra, fue asunta la gloria del cielo tanto en cuerpo como en alma".
Ahora podemos considerar el término "Asunción". La palabra proviene de raíces latinas (ad + sumo) que significa "tomar", o "tomar para uno mismo". La Asunción de María a menudo se confunde con la Ascensión de Jesús. Como Jesús era Dios, podía "ascender" (es decir, subir bajo su propio poder) al cielo. Pero María, aunque no tenía pecado, era humana y, por lo tanto, tuvo que ser "asunta" (es decir, llevada) al cielo por Dios. Algunos cristianos no católicos han argumentado que debido a que la Asunción de María no es bíblica, es una invención de los hombres. Sin embargo, la Iglesia Católica nunca ha confiado únicamente en las Escrituras como fuente de su enseñanza. Más bien, ella confía tanto en las Escrituras como en la Tradición. Existe una larga tradición que se basa en la creencia del dogma de la Asunción y, como hemos visto, es perfectamente razonable. Si la paga del pecado es la muerte, y María no fue tocada por ningún pecado, es razonable suponer que incluso si María muriera, su cuerpo sin pecado no habría estado sujeto a la corrupción. Es lógico que ella participe en la resurrección corporal de su Hijo inmediatamente después de que su vida en la tierra haya terminado. Al celebrar la solemnidad de la Asunción, honramos a la Virgen María sin pecado y rezamos para poder participar en esa gloriosa resurrección “en el ultimo dia.” (Fuentes: Hardon: A Catholic Catechism; Baker: Fundamentals of Catholicism; Pius XII: Munificentissimus Deus; CCC 966). |