THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST #13 – EL DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO #13

Diary Entry #13:  I Have a Dream

I have never thought of myself as a writer, though I have been writing for most of my adult life.  As I commence this piece, I sense that my skillset is completely inadequate to convey in writing the experience I wish to convey.  Nevertheless, I will try, because I would very much like my readers to experience what I experienced on this particularly cold January day in Washington, D.C.  sometime around the year 2012.

At that time, I was teaching in an inner-city Catholic school.  Most of my kids were not Catholic, and the ones who were, for the most part, did not attend Mass on Sundays.  It was a difficult assignment for me.  Each year around the 22nd of January, I was expected to round up a group of students to take to the March for Life in Washington, D.C.  Most of my readers will know that the March for Life is an annual event which aims to make a public witness against the Roe vs. Wade Supreme Court decision that legalized abortion in 1973.

It was always difficult for me to gather a group each year, not because my kids were in favor of abortion, but because the event coincided with the end of semester exams according to our school schedule.  Naturally, though the kids had permission to be absent from school to attend the event, they were anxious about their exams and were reluctant to be away from school at that time of the year.

This particular year I took a small group to the March.  We boarded a school bus at midnight, drove the eight hours to D.C., joined other young people from schools across the country for a Mass and “youth rally/ Christian rock concert”, joined the March around 11:00 am, endured the freezing cold weather, reunited at a pre-determined location (hoping not to have been separated from one another), and re-boarded the bus for the eight hour return trip, arriving home at midnight 24 hours later.  It was grueling experience, to say the least.

At a certain point in our odyssey that year I found myself with one of my students, a teenaged Black girl, standing somewhere near the National Mall.  We were in sight of the Washington Monument and the view we had was especially impressive.  She turned to me and asked, “Is this the place where Dr. Martin Luther King gave his speech?”  “Yes,” I said, “it is.”  She was silent, simply looking and thinking.

This is where my writing skills fail.  I am not able to imagine, nor able to communicate, what it meant for that teenaged inner-city Black girl in 2012 to stand, perhaps for the only time in her life, in the place where Dr. Martin Luther King gave his famous “I Have a Dream” speech on August 28th, 1963.

But this I know: for just a moment in my life, I was able to experience something with another person that I could never have experienced on my own.  I have been to the National Mall many times for many reasons.  I know that Dr. Martin Luther King gave his speech there in 1963, but I have never stood near the National Mall next to someone whom I loved, as a teacher loves all his students, to whom that speech meant so much.  I can only thank God for having had that opportunity.

 

DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO 

Entrada de diario #13: “Anhelo un Sueño”

Nunca me he considerado un escritor, aunque he estado escribiendo durante la mayor parte de mi vida adulta. Al comenzar este artículo, siento que ni todas mis habilidades al escribir puedan plasmar en estos párrafos la experiencia que sentí durante este suceso. Sin embargo, lo intentaré, porque me gustaría mucho que mis lectores experimentaran lo que yo experimenté durante este particularmente frío día de enero del año 2012 en Washington D.C., la capital de nuestro país.

Durante este tiempo, me encontraba impartiendo clases en una escuela católica del centro de la ciudad. La mayoría de mis estudiantes no eran católicos, y los que si lo eran, muchos de ellos no asistían a Misa los domingos. En general, era una tarea bastante difícil para mi sobre todo cuando cada 22 de enero, se esperaba que yo reuniera a un grupo de estudiantes para que participaran en la Marcha por la Vida, un evento anual con el que la mayoría de ustedes esta familiarizado y cuyo propósito era que los participantes fuéramos testigos públicos en contra de la decisión de la Corte Suprema Roe Versus Wade, que legalizó el aborto en 1973.

La tarea de reunir un grupo para este evento era cada vez más difícil par mi; no porque mis alumnos estuvieran a favor del aborto, sino porque el evento coincidía con los exámenes de fin de semestre de acuerdo con nuestro horario escolar. Naturalmente, y aunque los estudiantes contaban con el permiso para ausentarse de sus clases, se sentían nerviosos y preocupados porque deseaban ese tiempo para prepararse para sus exámenes.

Este año en particular el número que logreé reunir para la Marcha era bastante reducido. Abordamos un autobús escolar a la medianoche, y manejamos durante las ocho horas que nos separaban de Washington, D.C. Allí nos unimos a otros jóvenes estudiantes de todo el país para una Misa y un "concierto de rock cristiano/reunión juvenil". Acto seguido nos unimos a la marcha alrededor de las 11:00 am, soportamos el inclemente frio de enero, luego nos reunimos en el lugar acordado con la esperanza de no perder a ninguno de nuestros alumnos. Nuevamente abordamos el bus que nos llevaría de regreso, y después de recorrer 8 horas, llegaríamos a casa aproximadamente a media noche, 24 horas después. De más está decir que fue una experiencia bastante agotadora.

En algún momento de excursión, me encontraba parado cerca del National Mall, frente al Monumento a Washington al lado de una de mis alumnas, una joven Afro-Americana. Ambos contemplábamos, bastante impresionados, el Monumento a Washington. Mi alumna se volvió hacia mi y me preguntó: "¿Es este el lugar en donde el Dr. Martin Luther King pronunció su discurso?" “Sí”, dije, “fue aquí”. Ella se quedo en silencio, simplemente observando y meditando.

Es aquí en donde no puedo poner en palabras lo que sentí en ese instante. No me siento capaz de imaginar, ni de comunicar lo que significó para esta adolescente Afro-Americana, esta mañana de un frio enero, de pie frente este lugar en donde un día en agosto de 1963, el Dr. Martin Luther King pronunció su famoso discurso: “Anhelo un Sueño”.

Lo que si se, y puedo compartir con ustedes es que por un solo instante en mi vida pude experimentar junto a otra persona lo que nunca había experimentado por mi mismo. Debo aclarar que he estado en el National Mall, frente al Monumento a Washington muchas veces y por muchas razones. Sé que el Dr. Martin Luther King pronunció su discurso allí en 1963, pero nunca me había parado en el National Mall, frente al Monumento a Washington, junto a alguien a quien estimaba mucho, con la estima que un maestro siente por sus alumnos, y para quien ese discurso significó tanto. Solo puedo agradecer a Dios por haberme dado esa oportunidad.

 

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