THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST #15 – EL DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO #15

Diary Entry # 15:  How I know I am living in a post-Christian culture (four vignettes)

  1. One Christmas season my secretary and I were determined to organize a Nativity play with the kids in our Religious Education program. We realized at the 11th hour that we did not have costumes for Mary and Joseph. The angels, shepherds, and wisemen were to create their own costumes, but we wanted to be sure that Mary and Joseph would have distinctive, recognizable, and professional looking costumes.  We found a costume shop and thought it a good place to start.  When we walked in on a cold, snowy, almost Christmas evening we were greeted by a young lady.  I said, “Good evening!  We are looking for Mary and Joseph costumes.”  She replied, “Who are Mary and Joseph?”  “You know” I said, “the parents of the Baby Jesus?”  She stared at me blankly.  “Never mind”, I said, we’ll look around.”  We never found any Mary and Joseph costumes in that costume shop in the largest city in my state in the days just before Christmas.  Perhaps they had sold out.

 

  1. I was dining with some friends at a restaurant one afternoon. Our waiter was a young man of 17 years.  He was most anxious to chat with us and we had a pleasant exchange.  He seemed bright enough and was quite personable for a teenager in our day and age.  After speaking with him for longer than we really wanted (we were hungry) he asked me, “Why are you wearing those clothes?’.  “I am a priest”, I replied.  “What’s a priest?” he asked.

 

  1. A priest friend and I were seated at a table in a restaurant waiting to place our orders. Our waitress, a cheerful young lady of about 18, arrived and asked, “Are you priests?”  “Yes”, we responded.  “What parishes do you work in?”, she returned.  We explained.  My friend asked, “And which parish do you attend?”  “Well, she said, “I went to religious school at St. So and So.”  “Oh”, said my friend, “is that where you attend Mass now?”  She looked at him with a puzzled expression and said, “No.  I graduated”.

 

  1. Speaking of costumes: I once took a group of 8th graders from my parochial school on a field trip to Salem, Massachusetts.  We were studying the Salem Witch hysteria of 1692, and we wanted to see the famous House of the Seven Gables memorialized by Nathaniel Hawthorne’s 1851 book of the same name.  Little did I know what else we would find there in late October.  As we wandered around the town, I in my cassock, and my kids happily out of their school uniforms for the day, we saw all sorts of people dressed in all sorts of costumes, especially witch costumes.  There were numerous shops that sold witchcraft stuff.  We walked into a non-witchcraft store of some sort and the proprietor looked at us and immediately said to me, “You are the real thing, aren’t you?’  Taken aback I said, “Excuse me?” He said, “You are not dressed in a costume.  You really are a priest, I can tell.”  “I am”, I said.  We did not stay long.  I’ve never been back to Salem, Massachusetts.

Entrada de diario # 15: 

Cómo darme cuenta que estoy viviendo en una cultura post-cristiana (cuatro anécdotas) 

  1. Durante una época de Navidad, mi secretaria y yo decidimos organizar una obra de teatro navideña con los niños de nuestro programa de Educación Religiosa. A ultima hora nos dimos cuenta que no contábamos con la indumentaria necesaria para los actores que harían los papeles de María y José.

Los niños que representarían a los ángeles, pastores y reyes magos crearían sus propia indumentaria, pero queríamos asegurarnos de que María y José tuvieran trajes profesionales, dignos de representar a la Virgen María y a San José. Encontramos una tienda de disfraces y pensamos que era un buen lugar para empezar. Al entrar al establecimiento en una noche fría y nevada, propia de esta época del año, nos recibió muy amablemente una joven. Me dirigí a ella y le dije: “¡Buenas noches! Estamos buscando trajes para representar a María y José”. Ella respondió: “¿Quiénes son María y José?”. “¿Sabes”, dije, “los padres del Niño Jesús?” Ella me miró sin comprender. “No importa”, le dije, echaremos un vistazo a la tienda para ver si encontramos lo que estamos buscando”. Al final de nuestra búsqueda, fue imposible encontrar algo adecuado para representar a Jesus y Maria en esta tienda de disfraces de la ciudad más grande del estado en que vivo. ¡Quizás se habían agotado!

  1. Una tarde me encontraba en un restaurante cenando con unos amigos. Nuestro mesero era un joven de unos 17 años. Estaba muy ansioso por charlar con nosotros e intercambiamos con él unas agradables palabras. Me dio la impresión de ser un muchacho bastante inteligente y afable, cosa poco común en un adolescente de nuestra época. Después de conversar con él por más tiempo del que realmente hubiéramos querido (¡Teníamos hambre!), me preguntó: “¿Por qué está vestido así? “Soy sacerdote”, le respondí. “¿Qué es un sacerdote?” preguntó.
  2. Un amigo sacerdote y yo estábamos sentados en una mesa en un restaurante esperando para hacer nuestros pedidos, cuando la mesera, una alegre jovencita de unos 18 años, se acercó a nosotros y preguntó: “¿Son sacerdotes?”. “Sí”, respondimos. “¿En qué parroquias trabajáis?”, contestó. Acto seguido se lo explicamos y mi amigo le preguntó: "¿Y tu, a qué parroquia asistes?" “Bueno, ella dijo: “Fui a la escuela religiosa tal y tal.” “Oh”, dijo mi amigo, “¿Es ahí donde asistes a Misa hoy en día?” Ella lo miró con una expresión perpleja y dijo: “No, me gradué".
  3. Hablando de disfraces: una vez llevé a un grupo de estudiantes de octavo grado de mi escuela parroquial a una excursión a Salem, Massachusetts. Estábamos estudiando la historia de la Bruja de Salem de 1692, y queríamos ver la famosa Casa de los Siete Tejados del libro del mismo nombre escrito por Nathaniel Hawthorne en 1851.

Era finales de octubre y no sabíamos qué más encontraríamos allí durante esta temporada. Mientras deambulábamos por la ciudad, yo con mi sotana y mis alumnos felices sin sus uniformes escolares, nos encontramos con muchas personas ataviadas con todo tipo de disfraces, especialmente disfraces de brujas. Además pudimos notar que habían numerosas tiendas que vendían artículos de hechicería. Decidimos entrar a una tienda que parecía no vender estos artículos; el propietario nos miró e inmediatamente me preguntó : "Su atuendo es verdadero, ¿verdad? Sorprendido le dije: "¿Disculpe?". El respondió: “¡Usted no está disfrazado, usted de verdad es realmente un sacerdote!” “Claro que si”, le contesté. No nos quedamos mucho tiempo en ese lugar. Nunca he vuelto a Salem, Massachusetts.

 

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