THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST #60 / DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO #60

THE DIARY OF AN INNER-CITY PRIEST

Diary Entry #60    “Too Many Rules.”

 From time to time, priests receive letters of complaint from dissatisfied customers.  I have received more than my fair share of those letters.  The reason I have received more than my fair share of those letters is probably that I insist on upholding the Church’s Teaching, and on “following the rules” when it comes to doing my job as a priest.  I know other priests who follow the rules.  They get letters, too.

As priests we have two main jobs: first, the salvation of souls.  Everything we do should be ordered toward getting people to heaven.  Since we don’t invent the roadmap to heaven, we follow, and teach others to follow the one provided for us by the Lord and His Church.  That is our first job.  Our second task is do all that we can to protect the mysteries of the Faith, i.e., the Sacraments (or the roadmap) from being profaned, abused, or obfuscated in any way. Unfortunately for us priests, many people who call themselves Catholic do not understand this.

I once met with a woman looking to obtain a sponsor certificate for a young person preparing to receive the Sacrament of Confirmation.  As I did not recognize her, I asked if she attended Mass on Sundays.  “No”, she said.  I am too busy.”  I explained that I could not permit her to be a sponsor because a Confirmation sponsor is to be a role model of the Catholic way of life for the candidate he “sponsors”.

One of the “rules” that the sponsor is required to follow in order to be considered a role model is to attend Sunday Mass.  She explained to me that one could be “a good Catholic” and not attend Mass on Sundays.  I asked her how that could be when the Church clearly teaches that the obligation to attend Mass on Sunday is just that: an obligation, which binds under pain of grave sin.

She sent a letter of complaint to the bishop and copied me.  It got her nowhere.  “This is why people are leaving the Church, she said.  There are too many rules.”

One day I received a letter from a woman who had visited my parish for a Sunday Mass.  She loved the Mass and music.  She loved the homily.  But when she later read the bulletin, she was dismayed to find an explanation of the various rules governing the reception of Holy Communion.  “There are too many rules”, she said.  “This is why people are leaving the Church.”

I have always been fascinated by the “too many rules” excuse for leaving the Church.

People are not leaving football teams because there are too many rules.  People do not stop playing games of chance because there are too many rules.  I have not met anyone who has ceased driving on the roads and highways because there are too many rules.  Nations, societies, communities, clubs, and families all have rules.

Those rules bind the community together and give it direction.  They protect its members from themselves and others who would wittingly or unwittingly harm themselves or others.  Without rules, there is chaos.

Those will not submit to the rules are excluded from the football squad.  Those will not abide by the rules of games of chance are ejected from the gaming establishment. Those who refuse to observe the rules of the road risk losing their own lives and taking those of others.

People do not “leave the church” because there are too many rules.  They leave because they lose sight of the fact that Jesus Christ is the Way, the Truth, and the Life, and that they are not.  It is that simple.

 

DIARIO DE UN SACERDOTE URBANO

Entrada # 60      “Demasiadas Reglas”

 De vez en cuando, los sacerdotes recibimos cartas de quejas de feligreses insatisfechos. He recibido más cartas de las que quisiera de fieles inconformes con las reglas de la Iglesia.  La razón por la que he recibido más tantas cartas es probablemente porque insisto en defender las enseñanzas de la Iglesia y en “seguir las reglas” de la misma cuando se trata de hacer mi trabajo como sacerdote. Conozco a otros sacerdotes que siguen las reglas. Ellos también reciben cartas de fieles insatisfechos.

Como sacerdotes tenemos dos obligaciones principales:

Primero, la salvación de las almas. Todo lo que hacemos debe estar ordenado para llevar almas al cielo. Dado que no inventamos el mapa con la ruta que nos lleve al cielo, seguimos y enseñamos el camino que el Señor y su Iglesia nos indicaron. Esa es nuestra primera obligación como sacerdotes.

Nuestra segunda tarea es hacer todo lo que podamos para proteger los misterios de nuestra Fe, es decir, los Sacramentos (o sea el mapa con la ruta indicada) para que no sean profanados, ni abusados de ninguna forma. Desafortunadamente para nosotros los sacerdotes, muchas personas que se dicen católicas no entienden esto.

Una vez me reuní con una señora que buscaba obtener un certificado para apadrinar a un joven que se preparaba para recibir el Sacramento de la Confirmación. Como no la reconocí, le pregunté si asistía a Misa los domingos. “No”, dijo ella. Estoy demasiado ocupada." Le expliqué que no podía otorgarle un certificado que la acreditara como una buena candidata para ser madrina de Confirmación ya que el candidato debe ser un modelo para la persona que va a apadrinar.  Le expliqué que “una de las reglas” que el padrino debe seguir para ser considerado como padrino es asistir a la Misa dominical. Me contestó que uno puede ser “un buen católico” y no asistir a Misa los domingos.

Continué diciéndole que cómo podía ser eso cuando la Iglesia enseña claramente que es obligatoria la asistencia a Misa los domingos y fiestas de guardar, y que al no cumplir con esta obligación de comete un pecado grave.

Dicha señora envió una carta al Obispo con copia a mi persona.  Esta queja no cambio las cosas para ella.  La carta terminaba diciendo: “Es por eso que la gente se está yendo de la Iglesia,” dijo. “Hay demasiadas reglas”.

Un día recibí la carta de una señora que había visitado mi parroquia para una Misa dominical.  Le encantó la Misa y la música; también le encantó la homilía. Pero cuando más tarde leyó el boletín, se sintió consternada al encontrar una explicación de las diversas reglas que rigen la recepción de la Sagrada Comunión. “Hay demasiadas reglas”, dijo. “Es por eso que la gente está dejando la Iglesia”.

Siempre me ha fascinado la excusa de “demasiadas reglas” para dejar la Iglesia.

La gente no se va de los equipos de fútbol porque hay “demasiadas reglas”. La gente no renuncia a los juegos de azar porque “hay demasiadas reglas”. No he conocido a nadie que renuncie conducir sus automóviles por las carreteras y autopistas porque hay “demasiadas reglas”.

Existen reglas en todas partes, en las naciones, las sociedades, las comunidades lo clubes y las familias. Las “demasiadas reglas” nos protegen tanto a nosotros mismos como a las personas que nos rodean.  Un mundo sin reglas sería un mundo de caos.

Aquellos que no se sometan a las reglas del equipo de futbol, serán excluidos.  Aquellos que no acaten las reglas de los juegos de azar serán expulsados del establecimiento y no se les permitirá jugar. Aquellos que se niegan a observar las reglas de tránsito corren el riesgo de perder sus propias vidas y poner en peligro las vidas de los demás.

La gente no “deja la iglesia” porque hay demasiadas reglas. Se van porque no comprenden que es Jesucristo el Camino, la Verdad y la Vida, y que no son ellos. Es así de simple.

 

 

 

 

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