This week, on January 22, our nation marks the anniversary of the Supreme Court decision Roe v. Wade (1973) that legalized abortion in the United States. The United States Conference of Catholic Bishops recently released a document entitled “Pastoral Plan for Pro- Life Activities: A Campaign in Support of Life” which made the following observations:
“These attacks on human life are carried out within the family and with the active involvement of those in the healing profession—institutions that traditionally have protected the weak and the vulnerable. Often, they are carried out at the urging of fathers who, rather than protecting their child, believe their only responsibility is to help pay for an abortion. And today, those who support and provide abortion freely acknowledge that killing is involved, and choices once treated as criminal and rejected by the common moral sense have become socially acceptable.” “In 2000, in Stenberg v. Carhart, the Court expanded the abortion liberty beyond killing in utero; it now wrapped in the mantle of the U.S. Constitution the practice of killing during the process of birth. Abortion has come to be seen by many as not only a “right” to end pregnancy prior to birth, but as a guarantee that a child aborted will not survive. This is clear in regard to partial-birth abortion, as well as in the growing reports of children who, having survived mid- and late-term abortions, are put aside and left to die because they were not supposed to live in the first place.” But there is good news as well. “The numbers and rates of abortions steadily declined in the 1990s. More Americans identified themselves as pro-life, while the number of those who said they are ‘pro-choice’ declined; polls showed that Americans are far more opposed to abortion than our law reflects.” In other words, the pro-life movement is making a difference. “Only with prayer—prayer that storms the heavens for justice and mercy, prayer that cleanses our hearts and souls—will the culture of death that surrounds us today be replaced with a culture of life.” |
El 22 de enero nuestra nación marca el aniversario de la decisión de la Corte Suprema sobre Roe versus Wade (1973) la cual legalizó el aborto en los Estados Unidos. La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos recientemente publicó un documento “Plan Pastoral para Actividades Pro-Vida: Una Campaña de Apoyo a la Vida” la cual hace las siguientes observaciones:
“Estos ataques contra la vida humana se llevan a cabo dentro de la familia y con la participación activa de profesionales del departamento de salud -institución que tradicionalmente ha protegido a los débiles y vulnerables. A menudo se llevan a cabo a instancias de padres que, en lugar de proteger a sus hijos, creen que su única responsabilidad es la de ayudar a pagar el aborto. En la actualidad, aquellos que apoyan y proporcionan abortos reconocen libremente que su práctica implica matar; y aquellas elecciones, que en otra época se consideraban delictivas y que eran rechazadas por el sentido común, ahora se han vuelto socialmente aceptables. En el 2000, en Stenberg v. Carhart, la Corte expandió la libertad del aborto más allá de la eliminación in útero; acogió ahora bajo el manto de la Constitución de los Estados Unidos la práctica de matar durante el proceso del nacimiento. El aborto es ahora considerado por muchos no sólo como un “derecho” a finalizar un embarazo antes del nacimiento, sino como una garantía de que el niño abortado no sobrevivirá. Ello es claro en lo que respecta al aborto por nacimiento parcial, así como también en los crecientes informes de niños que, tras haber sobrevivido abortos durante la mitad del embarazo o en su fase posterior son abandonados o se los deja morir, porque en primer lugar no se esperaba que vivieran. Pero también hay buenas noticias. En 1990, El numero de abortos declino en forma continua. El numero de Americanos pro-vida aumento, mientras que el número de Americanos pro-aborto decreció. Las encuestas indican que hay mas personas que están en contra del aborto que lo que lo que la ley refleja. En otras palabras, el Movimiento Pro-Vida esta hacienda la diferencia. “Solo con oración, oración que inunde los cielos para pedir justicia y misericordia, oración que limpie nuestros corazones y almas. Oración para que cambie la cultura de muerte que nos rodea por una cultura de vida. |