A note from Father Ringley |
Notas del Padre Ringley |
It has been my custom in the past to recommend various spiritual authors to my parishioners for “summer reading”. While I have been a bit busy about many things this summer, in honor of the feast of St. Augustine, the patron saint of our diocese, and the patron saint of my former parish, I suggest for your end of summertime pleasure and spiritual edification St. Augustine’s “Confessions”. |
Ha sido mi costumbre en el pasado, recomendar a mis feligreses varios autores espirituales para leer “durante el verano”. A pesar de que he estado bastante ocupado este verano, deseo recomendar en honor a la Fiesta de San Agustín, Santo Patrón de nuestra diócesis, y también de mi parroquia anterior, que lean este fin de verano, para su deleite y edificación spiritual, Las Confesiones de San Agustín. |
St. Augustine was born in the year 354 and spent his youth studying grammar and rhetoric. Always in the pursuit of knowledge of the truth, he sought God in several different religious and philosophical contexts, but lived a life of vanity and ambition immersed in sin. Having secured a teaching post in Milan, Augustine met St. Ambrose (bishop of Milan) and was both impressed with his learning and interested by his sermons. The bishop introduced him to the writings of Plato, Plotinus (a neo-platonist), and the letters of St. Paul. Perceiving an infinite difference between the doctrine of St. Paul who called himself the least of men, and the doctrines of the proud philosophers who esteemed themselves the greatest of men, Augustine became convinced of the truth of Christ and His Church but found it very difficult to give up his sinful way of life. Eventually, at the age of 32, St. Augustine had an experience that converted him completely to the faith. Thereafter he embraced the Christian life wholeheartedly. In 391 Augustine was ordained a priest and subsequently became a bishop. He spent his later years using his considerable learning and gifted intellect to battle the heresies that plagued the early Church. He died in 430. |
San Agustín nació en el año 354 y pasó su juventud estudiando Gramática y Retórica. Siempre en busca de la verdad y esperando encontrar a Dios, Agustín experimentó varias religiones y contextos filosóficos, pero también vivió una vida de vanidad y ambición, sumergido en el pecado. Habiendo encontrado un trabajo como maestro en Milán, Agustín conoció a San Ambrosio (Obispo de Milán), y éste le impresionó enormemente, tanto por sus conocimientos, como por sus sermones. San Ambrosio le dio a conocer los escritos de Platón, Plotinus (un neo platonista) y las cartas de San Pablo. Percibiendo una diferencia infinita entre la doctrina de San Pablo, que se llamaba a si mismo el menos digno de todos los hombre, y las doctrinas de los filósofos mas orgullosos que se creían así mismos los mas grandes de todos los hombres, Agustín se convenció de la verdad de Cristo y Su Iglesia, pero al mismo tiempo le era muy difícil dejar su vida de pecado. Eventualmente, a la edad de 32 años, San Agustín tuvo una experiencia que le convirtió por completo a la Fe. De allí en adelante, abrazo la vida Cristiana con todo su Corazón. En el año 391 Agustín fue ordenado sacerdote, y subsecuentemente ordenado Obispo. Pasó sus últimos años usando su prodigioso intelecto para combatir herejías que plagaban la iglesia naciente. |
The “Confessions” is an autobiographical account of the author’s early life and conversion experience. It is considered a “classic” not only because it was written by one of the greatest minds (and one of the greatest saints) in the history of civilization, but also because the author’s struggle against temptation and sin is an experience common to all who truly seek to do God’s will. Augustine’s personal account of that common experience gives the rest of us hope. If a man as weak and sinful as Augustine could (by the grace of God) become a saint, so (by the grace of God) can each of us. |
Las Confesiones son un recuento autobiográfico de la vida del autor, desde su temprana edad hasta su conversión. Es considerado un “clásico” no solo porque fue escrito por una de las mentes mas brillantes (y uno de las santos mas grandes), en la historia de la civilización, sin que también porque el autor luchó mucho para combatir las tentaciones y los pecados que son comunes a todos nosotros, que verdaderamente buscamos hacer la voluntad de Dios. Es ese recuento personal de las experiencias de Agustín lo que brinda al resto de nosotros una esperanza. Si un hombre débil y pecador como Agustín pudo (por la gracia de Dios) llegar a ser santo, de la misma manera (por la gracia de Dios), también cada uno de nosotros puede lograrlo. |
One of the most famous and beautiful passages from “The Confessions” is from Book 10, Chapter 27: |
Uno de los pasajes mas famosos y bellos de las paginas de Las Confesiones de San Agustín se encuentra en el Libro 10, Capitulo 27: |
“Late have I loved you, O Beauty ever ancient, ever new [i.e. God], late have I loved you! You were within me, but I was outside, and it was there that I searched for you. In my unloveliness I plunged into the lovely things, which you created. You were with me, but I was not with you. Created things kept me from you; yet if they had not been in you they would not have been at all. You called, you shouted, and you broke through my deafness. You flashed, you shone, and you dispelled my blindness. You breathed your fragrance on me; I drew in breath and now I pant for you. I have tasted you, now I hunger and thirst for more. You touched me, and I burned for your peace”. |
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti. |