On rummaging through the pantry on a stay-at-home evening
Whose pantry this is I’m sure I know, A parish rectory pantry is unique among others. Priests come and go through parish rectories, whether they are visitors or inmates, and while they are there, they purchase the food they like to eat. When they leave, they don’t take it with them. During the coronavirus crisis I am doing my best to obey the stay-at-home order, and avoiding the grocery store, I am exploring the deeper recesses of my rectory pantry. Of course, every pantry has peanut butter and canned tuna, macaroni and cheese and navy beans. My pantry also had these staples, at least until a couple of weeks ago. I still have tuna, plenty of tuna, but the rest is long gone. The other evening as I was scrounging for supper, I uncovered a can of green beans. The picture on the label was of some very succulent looking, very, very green green beans. What I found in the can was less appealing. Nevertheless, they were better than the carrots I found in another can that had made its way midway back on the shelf. They weren’t even orange. But, now those are gone, too. Further back in the dark part of the pantry I found some canned pumpkin. That wasn’t bad with some milk and some artificial sweetener. It kind of reminded me of Thanksgiving. I also found some cranberry sauce (I know for sure that I did not purchase either of those during the two years that I have lived here). I mixed the cranberry sauce with some oatmeal, and while it wasn’t as good as the mock pumpkin pie, I was pleased with myself about what a healthy choice it was. Making my way like a spelunker toward the very back of the pantry, an area until recently completely unexplored by me, I discovered several containers of breadcrumbs. I have never purchased breadcrumbs in my entire life. Rather, I sweep breadcrumbs up from the floor and throw them in the wastebasket after I eat bread. Apparently, someone who spent time here actually paid money for breadcrumbs. I could have spared him the expense. I’m not sure how old they are, but I am saving them in case things really get tight. I’m not there yet, but I can see with a flashlight that way in the back are cans which no longer have labels. Potluck, I suppose. One of them has the word “chickpeas” written on it with black Magic Marker. I’m hoping it was mislabeled by a priest with a deficient command of the English language, and that it may actually contain mandarin oranges. There’s always hope. Stay home. Stay healthy! Father Ringley |
Reflexion 3/31/20
Al incursionar en la despensa de la cocina de la rectoría durante una de estas noches, me preguntaba cuantas personas habrán pasado por este cocina con sus gustos, sus ideas y sus preferencias culinarias. Debo aclarar que una despensa parroquial, específicamente la de la rectoría es única. Los sacerdotes van y vienen a través de los años y dejan sus huellas. Por el tipo de alimentos que encuentro deduzco sus gustos en el comer. Es interesante observar que al terminar su estancia en la rectoría siempre dejan rastros de su estadía, especialmente en la cocina. Durante la crisis del coronavirus estoy haciendo mi mejor esfuerzo para obedecer la orden de quedarse en casa, y evitar ir a la tienda de comestibles, y una forma de hacerlo es incursionar en mi despensa para ver con que cuento para sobrevivir durante estos días de crisis. Por supuesto, he encontrado mantequilla de maní y atún enlatado, algunas cajas de macarrones con queso, y latas de frijoles, todos estos, alimentos básicos para mi sustento. Todo esto lo he estado consumiendo. La otra noche mientras buscaba algo para la cena descubrí una lata de judías verdes, la fotografía en la lata se miraba bastante apetitosa. Quedé un poco decepcionado porque al abrir la lata, lo que encontré dentro no estaba tan apetitoso como yo espera (¡las apariencias engañan!). Sin embargo, debo confesar que sabían mejor que otra lata de zanahorias que encontré. Muy atrás de mi despensa, en la parte mas oscura encontré una lata de calabaza, la preparé con un poco de leche y azúcar artificial. No me supo tan mal. ¡Me acorde de dar gracias a Dios por este hallazgo! También encontré una lata de salsa de arándanos, (No me acuerdo haberla comprado en los dos anos que llevo viviendo aquí). Decidí abrirla y la mezclé con un poco de avena, tratando de imitar un pastel de calabaza, no sabia tan mal y fue una opción bastante saludable. Haciendo uso de mi linterna para que me alumbrara la parte mas oscura de mi despensa, encontré latas que ya ni siguiera tiene la etiqueta, supongo que las guardaron para usarlas en un "Potluck". Una de las latas tiene escrito con marcador negro la palabra "garbanzos". Espero que el que escribió esto haya sido un sacerdote con poco dominio del idioma Ingles. ¡Quizás lo que haya querido escribir era la palabra MANDARINAS! ¡La esperanza nunca se pierde! Quédense en casa, no se expongan. Mantenerse sano es importante. P. Ringley
|